CLIMENT VIGUER, Susana. La Maquinista Valenciana. Revolución industrial y cambio social, 1834-1955. Castelló de la Plana : Publicacions de la Universitat Jaume I ; València : Publicacions de la Universitat de València, 2020.
A vuestra disposición en la Biblioteca de L’ETNO con la signatura: BETNO 9893
Os queremos descubrir una novedad sobre la industrialización valenciana que debéis conocer. Continuamos llamando a las puertas de los autores y las autoras valencianas para que nos presenten sus publicaciones a través del blog de la Biblioteca de L’ETNO y continuan diciendo siempre que sí. En esta ocasión os queremos acercar a La Maquinista Valenciana y nadie mejor que Susana Climent para hablaros de ella.
La autora
Susana Climent Viguer (València, 1961) se licenció en Geografía e Historia por la Universitat de València en 1986 con la especialidad de Historia Contemporánea. En octubre de 2013 se doctoró con Cum Laude en la Universitat Jaume I con la tesis base de este trabajo, Los fundamentos sociales de la industrialización. La Maquinista Valenciana, 1880-1955, dirigida por el doctor José Antonio Piqueras Arenas. En 2011 entró a trabajar en la Cátedra Demetrio Ribes de la Universitat de València de la que es ayudante doctora desde julio de 2014.
La Maquinista Valenciana. Revolución industrial y cambio social, 1834-1955
La monografía sobre La Maquinista Valenciana, una empresa de fundición constituida en 1880 por Francisco Climent Sebastián y Miguel Alcalá Palau, muestra los cambios que produjo en la sociedad del Antiguo Régimen la revolución industrial y su proyección social, la revolución burguesa. Ello nos lleva a reflexionar sobre las características de la revolución industrial española, su parcelación geográfica y sectorial y su influencia en la conformación del Estado liberal, con dos enfoques que se complementan: la estructuración del mercado y la forma o formas de hacer política con la aparición de los partidos, los sindicatos, la política de masas.
El estudio sociológico de la familia Climent durante cinco generaciones, 1808-1955, muestra la evolución de las clases populares urbanas, tan heterogéneas, y de entre ellas el sector de la “pequeña burguesía”, teniendo en cuenta que muy pocos de sus integrantes llegarían a ser empresarios de renombre. Su ideario se plasmó en un proyecto en ciernes del bien común basado en redefinir la propiedad en función de quien trabaja y quien produce y en la extensión de la educación. Nada lo expresará mejor que el lema originario de LMV: Labor Omnia Vincit. En la década 1820 los miembros de la familia Climent ya habían perdido su independencia como maestros y en 1839 estaban clasificados en los padrones del Ayuntamiento de València como “de estado pobre”. A partir de 1823, la implicación de la familia Climent en la milicia valenciana y la revolución, propiciará los contactos de sus miembros con sectores sociales económicamente mejor situados, la élite de la revolución. Entre ellos, sus futuras familias políticas: los Bellido y los Cortés, estos últimos compradores de bienes desamortizados tan significativos como el ex convento de San Juan de la Ribera, y con una dilatada relación con el ayuntamiento desde 1820 hasta 1900, primero como arrendadores del arbitrio del carbón y, a partir de 1880, como concejales del Partido Liberal o con cargos como el de secretario del Ayuntamiento de València.
La concreción de la política armonicista que aplicó la empresa no se aleja de las cuestiones debatidas en el Primer Congreso Sociológico celebrado en València en julio de 1883 y se inserta dentro de la ideología del republicanismo demoliberal en el que se integró la familia de manera clara hasta 1920. Entre ellas, la participación determinante de su fundador, Francisco Climent Sebastián, en la primera Junta Local de Reformas Sociales (1900) y en la implantación de la institución de los Jurados Mixtos, o la implicación de la familia en la constitución y desarrollo de la Escuela de Artesanos. Destacamos la Asociación para el Socorro de los Operarios de los Talleres de La Maquinista Valenciana (1917) y la Asociación de Socorros Mutuos para Pensiones a los Operarios de La Maquinista Valenciana (1921). Ambas asociaciones fueron sufragadas al 100% por la empresa, y su constitución le permitió iniciar uno de sus sectores clave, las señalizaciones marítimas, con una cierta paz social en unos años de violentos conflictos y huelgas. Esta política social se completó con la Cooperativa de Casas Baratas Francisco Climent (1929-1932).
A pesar de ello, no debemos olvidar que muy pronto este armonicismo imposible fue sustituido por el sindicalismo de clase, patronal, en el que LMV estuvo integrada, y obrero, ya iniciado a finales de la década de 1870 en el sector de las empresas de fundición. El asociacionismo obrero y patronal, su evolución e influencia en la empresa, ha quedado recogida destacando la reorganización patronal a finales de la dictadura primoriverista, poniendo el ejemplo no conocido de la Casa de la Industria y el Comercio.
Los talleres de La Maquinista Valenciana se edificaron en una zona nueva perteneciente al Ensanche aprobado en 1879, en el barrio de San Vicente de la Roqueta, en un solar recayente a las calles Jerusalén, Paloma, Estrella y Buenavista. LMV nacía como una fundición más de la época, pero muy pronto logró constituir una “marca”. Sus sectores productivos principales fueron maquinaria para las fábricas de tabacos, desde 1884; y a partir de 1913, señalizaciones marítimas (faros) y aéreas, junto a maquinaria de alta precisión. A ello se suman la fabricación de máquinas de vapor, construcciones metálicas, como el puente de hierro de Alcira sobre el río Júcar, y la fundición artística, con una obra esencial, la estatua del rey Don Jaime erigida en la plaza de Alfonso el Magnánimo. La empresa siempre estuvo dentro de la “frontera tecnológica” de los países de nuestro entorno y mantuvo una estrecha relación con los ingenieros de caminos e industriales, en los sectores correspondientes. Prueba de ello es su monopolización durante largo tiempo de sus dos sectores estrella, maquinaría de tabacos (1884-1955) y señalizaciones marítimas (1913-2007), continuando hoy con su actividad centrada desde 1955 en las señalizaciones marítimas.
La muerte en agosto de 1933 de Enrique Climent Talens, unida al entorno económico y político nacional e internacional, sumió a LMV en un escenario de excepcionalidad marcado por los últimos años de la II República en paz, la guerra civil, durante la que LMV fue intervenida y se reconvirtió en industria de guerra, y la difícil vuelta a la normalidad durante el primer franquismo al imponer el régimen una política económica caracterizada por la autarquía y el intervencionismo.
Una política que, junto a los graves problemas que les acarreó la elección de la nueva ubicación de la fábrica, en la calle Manuela Estellés del Cabañal, en relación a la prolongación del Paseo Valencia al Mar, hizo que la gran apuesta de ampliación llevada a cabo por los hermanos Climent Lattur en 1948/1950 acabará en un rotundo fracaso, no sin antes intentar varias vías de capitalización, entre ellas su reconversión en sociedad laboral en 1953 con el apoyo del Ministerio de Trabajo e importantes cargos de Falange. El primer intento de crear una sociedad laboral en el país, mucho antes de que se hiciera realidad a través de la valenciana SALTUVI. Un proyecto realmente novedoso que planteó los problemas de encaje de este nuevo tipo de sociedad mucho antes de que la legislación de los años 1960 los recogiera. Finalmente LMV entraría en liquidación entre diciembre de 1954 y enero de 1955.
El análisis de la familia Climent y con ella de la evolución de LMV, ofrece una amplia perspectiva histórica que acoge todo el proceso revolucionario, con sus situaciones revolucionarias y reacciones, y el cambio político, social y económico que conllevó, terminando en 1954/55.
Susana Climent
Este libro lo tenéis a vuestra disposición en la Biblioteca de L’ETNO para poder cogerlo en préstamo o consultarlo en sala como cada uno prefiera. ¡Os esperamos!